Elemento arquitectónico de cerámica azul y blanco con forma de espiral sobre fondo de cielo despejado.

Espiritualidad: un camino de autoconocimiento y expansión de la conciencia

Por Sergio da Cruz
24/10/2025

Cierra los ojos por un instante: cuando piensas en espiritualidad, ¿qué surge en tu corazón? ¿Una religión? ¿Un ritual? ¿O quizás un camino para volverte más humano?

Más que un dogma, la espiritualidad puede ser vista como un viaje para comprender quiénes somos, de dónde venimos y cuál es nuestro papel en el mundo.

Una vez escuché que el ser humano no tiene defectos, sino que es incompleto. La búsqueda por “completarse” puede entenderse como un movimiento de expansión de la conciencia. Es el esfuerzo de ampliar la noción de quiénes somos, percibir nuestra relación con la vida y comprender nuestro lugar en el universo.

Este viaje es al mismo tiempo interior y exterior.

  • Interior, porque implica mirar hacia dentro: reconocer lo que sentimos, cómo reaccionamos, qué es lo que realmente nos importa.
  • Exterior, porque vivimos en sociedad: influimos y somos influenciados por las circunstancias, por los vínculos, por lo que ocurre a nuestro alrededor.

La espiritualidad nos invita a tomar acciones deliberadas para ir más allá de nosotros mismos.

Algunas prácticas simples pueden ayudarnos en este camino:

  • Realizar algunas detenciones durante el día. Parar un minuto, respirar profundamente, tomar conciencia de dónde estás, qué estás haciendo, cómo te sientes, prestar atención al cuerpo. Si te duele algún órgano, algún músculo…
  • No quejarse. Hacer el propósito de no quejarse durante un período del día, o todo el día, una semana. No quejarse ni del clima. Si llueve, o si hace calor. No quejarse del tránsito, de la política, de la economía o de las personas. No quejarse.
  • Al contrario, agradecer. Agradecer por las posibilidades que la vida nos presenta a cada momento. Esta práctica nos ayuda a percibir la vida como un todo, tanto en los instantes que consideramos agradables como en los desagradables.
  • Realizar un examen retrospectivo. Cada noche, antes de acostarse, repasar rápidamente lo vivido durante el día, los buenos y los malos momentos, las buenas y las malas noticias. Revivir, y dejar ir, soltar…

“Mi vida”: una visión que se expande con la conciencia

Se atribuye a Santiago Bovisio, fundador de Cafh, la siguiente frase:

Cuando la expresión ‘mi vida’ se reduce a lo que ocurre en el pequeño núcleo de interés personal, la relación con la vida es con la circunstancia personal. Cuando ‘mi vida’ incluye la sociedad circundante, la relación con la vida se expande hasta incluir esa sociedad. Cuando ‘mi vida’ es toda la realidad que el ser humano puede aprehender con su conciencia, la relación con la vida abarca a toda la humanidad y al Universo.

Esta reflexión nos invita a preguntarnos: ¿qué significa para mí ‘mi vida’? ¿En qué etapa de esa expansión me encuentro?

Ese es siempre el punto de partida.

Como todo viaje, el camino espiritual tiene momentos de calma y momentos de tormenta. Nada es fácil. Se necesita perseverancia, coraje y determinación.

La espiritualidad no es solo “querer”, es decidir y actuar en dirección a una mayor conexión con el entorno, con la humanidad y con el universo. Es un acto de voluntad.

Fortalece el sentido de interdependencia, de saberse parte del todo y actuar en consecuencia, con sentido de compromiso y responsabilidad.

Espiritualidad como práctica de empatía

Una de las mayores lecciones de la espiritualidad es desarrollar la empatía: reconocer al otro tal como es. Este paso, aunque difícil, es esencial.

Un primer ejercicio es reconocer nuestros privilegios. Pregúntate:

  • ¿Tengo la oportunidad de almorzar y cenar todos los días?
  • ¿Tengo una casa donde vivir, donde abrigarme?
  • ¿Tuve la oportunidad de aprender a leer y escribir?
  • ¿Me siento amado, amada? ¿Reconocido, reconocida?

Si respondiste “sí” a la mayoría de estas preguntas, piensa en quienes responderían “no”. ¿Qué sientes?

Solo este acto de conciencia ya abre una pequeña flor de empatía en el corazón y nos vuelve más permeables al dolor de los demás. Y eso, también, es espiritualidad.

La espiritualidad no es un fin, sino un camino vivo. Florece en cada gesto de cuidado, en cada acto de reconocimiento, en cada decisión de abrirse más allá de uno mismo.

Es un llamado que resuena en silencio:

Mira hacia dentro, ve lo que necesitas transformar, y luego mira hacia afuera, para servir y amar. Conozca más.

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