Vivir en Comunidad

Por Alicia Brogno
22/07/2024

La Vida de Comunidad es mi vida, y no una parte, es todo. Como modo de vivir, como disciplina cotidiana, como ámbito sagrado y secular de vivir mis posibilidades como ser humano integral, como mujer, y como ser humano común.

La Vida de Comunidad es también para mí un modo de ser y estar en el mundo, en la sociedad, en la humanidad, y es el modo adecuado a mi molde humano, un molde que he respetado siempre, y que he intentado mejorar y completar, el molde que se fue adecuando al espíritu de la Comunidad – como el modo más auténtico que he hallado para vivir el sentido de mi vida, cuando lo encontré y lo reconocí.

Lo vivo no como una adaptación de afuera hacia adentro sino como un descubrimiento desde el interior para expresar en el exterior. Un descubrimiento de mi verdadero ser en consonancia con algo que me contiene y me trasciende, una trama universal y eterna que alienta mis días. Una matriz Divina.

Dijo Rumi- místico persa del siglo XIII-
“ está en mis pensamientos y en mis sentimientos, serena mis noches y alumbra mis mañanas, habita mis sueños, y está en mis vigilias, soy suyo y siempre he sido suyo.”

En este momento no encuentro mejor expresión para mi propia vivencia.

Entiendo que existen dos vertientes en el trabajo interior, una que va por las prácticas y ejercicios, y otra es un trabajo silencioso que se va gestando en el interior abonado por el amor, el servicio a los demás, los sentimientos generosos, los pensamientos de bien, y todo lo que ennoblece y alienta al desarrollo de los dones espirituales.

Sólo para entenderlos los separamos porque son solo una única realidad.

En la Vida de Comunidad también aprendí que, al gestionar mis límites, mis características, mis frustraciones, mis dolores internos, mis desaciertos, mis errores, y desde este reconocimiento de mi condición humana como el mismo amor divino empieza a desarrollarse en mí y me habita cambiando mi propia vida, mi conciencia.

Un trabajo sistemático con el cuerpo, con los estados anímicos, con las tendencias, con el pasado, con el dolor, con el gozo, con el consuelo, con los descubrimientos interiores que no cesan, con la vida cotidiana.

No lo puedo expresar esto mejor que Lewis Carroll en “Alicia en el país de las maravillas”.

“Pero…tu me amas, preguntó Alicia. No, no te amo, respondió el Conejo Blanco.
Alicia arrugó la frente y empezó a frotarse las manos como hacía siempre cuando se sentía herida.
¿Lo ves? le dijo el Conejo Blanco
Ahora te estarás preguntando qué has hecho mal, para que no consiga quererte, al menos, un poco. Qué te hace tan imperfecta, fragmentada.
Es por eso que no puedo amarte, porque habrá días en que estaré cansado, enojado, con la cabeza en las nubes y te lastimaré. Cada día pisoteamos los sentimientos por aburrimiento, descuidos e incomprensiones.
Pero si no te amas, al menos un poco, si no creas una coraza de pura alegría alrededor de tu corazón, mis débiles dardos se harán letales y te destruirán.
La primera vez que te vi hice un pacto conmigo mismo – “evitaré amarte hasta que no hayas aprendido a amarte a ti misma”.
Por eso, Alicia, no te amo.
No puedo hacerlo.” “Alicia en el país de las maravillas”
Lewis Carroll

El Amor es universal, empieza por amarse a uno mismo, y está en todo, es todo.

El amor hacia uno mismo empieza en el reconocimiento de la propia condición humana y su aceptación. También aquí comienza un camino hacia la conquista de la libertad.

Tengo cincuenta y dos años viviendo en Comunidad.

 

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