Una revolución de esperanza

Por Ana Cristina Flor
10/06/2025

¿Te sientes cansado de escuchar tantas malas noticias? ¿Te parece desolador el panorama del mundo? ¿Eso te produce ansiedad, frustración, impotencia?

Casi siempre nos olvidamos de que la esperanza nos llega de pequeños momentos en lo cotidiano. Te invito a que miremos cómo el mundo se asienta en la confianza y el servicio. Y ¡¡claro!! Es posible crear esperanza.

Hoy abro el periódico online y veo noticias de disputas en el gobierno, de guerras que deseamos que terminen, pero no terminan, índices de pobreza y desocupación.

Mi lectura dura solo 20 minutos, pero me queda una sensación amarga. Me quedan preguntas acerca de cómo podríamos vivir en un mundo mejor y qué podría hacer yo.

¿Te ha pasado lo mismo a ti?

Inmediatamente, me doy cuenta: ¿a quién ayuda mi desánimo? Ciertamente, no me ayuda a mí, y tampoco ayuda a nadie.

Salgo a caminar. Mientras camino, observo. Veo a un hombre arreglando su jardín en la casa de al lado. Veo niños pasar camino a la escuela. Veo que la gente se dirige a sus trabajos. Algunos los conozco; aquella es enfermera, ese señor es albañil, esa otra joven es profesora. Cada uno va a hacer lo que mejor sabe hacer. Cuidar, construir, enseñar.

La red de confianza que sostiene al mundo… y no lo sabías

Me pregunto, ¿en cuántos otros lugares vería una escena parecida? ¿Cuántas serán esas personas, en cada ciudad, en todo el mundo, que hoy están yendo a sus trabajos u ocupaciones? ¿Cuántas de esas personas desconocidas y anónimas cumplen un rol importante en la sociedad?

Me doy cuenta de que vivimos en una trama enorme de relaciones, de intercambio, de servicio. Una red en la que somos interdependientes.

Bebo un sorbo de agua. ¿Cuántas personas que no conozco han hecho posible que pueda beber de esta agua con seguridad? Sí, cuando me detengo a pensarlo, la cadena es casi infinita.

Ahora te invito a ti para que, por unos minutos, dejes tu pantalla favorita (teléfono, televisor, tablet, ordenador) y que salgas de las redes y de los periódicos, que mires a tu alrededor, que descubras aquellas personas comunes con las que te cruzas en tu vida cotidiana. Esas personas, con sus defectos, claro, pero que se levantan cada día y hacen su mejor esfuerzo para llevar adelante su familia, su trabajo, sus aspiraciones. ¿Cuántos son? ¿20? ¿100? ¿Miles? ¿Millones?

¿Y los millones de científicos, médicos, enfermeros, jardineros, maestros, personal de limpieza, conductores del transporte público, constructores, agricultores, los que hacen alimentos, y un larguísimo etcétera?

¿Puedes sentir que vivir en este mundo vale la pena? Fíjate que estamos vinculados a un sinnúmero de personas que desconocemos, que no salen en los titulares ni hacen posteos virales, pero que hacen cosas valiosas y quieren lo mejor. Quizás sin saberlo, aun sin conocernos, nos servimos unos a otros en una red de confianza.

Sí, confianza… Confianza en el médico, en la maestra, en el conductor del autobús. 

Claro que al mismo tiempo hay sufrimiento. Siento el dolor que está ahí, tocando la puerta de muchos. Y quizás, en alguna medida, toca la puerta de todos nosotros, incluso la mía.

Pero también hay confianza, hay amor, hay esperanza.

El poder de agradecer

Ahora que he regresado a mi casa, algo ha cambiado. Mi conciencia se ha ampliado. Esa sensación amarga y de desaliento que tuve más temprano se fue y dejó lugar a otro sentimiento, a otra vibración: agradecimiento.

Agradecimiento por el sinnúmero de milagros cotidianos, agradecimiento hacia ti y hacia tantos otros conocidos y desconocidos que hacen posible mi vida. Agradecimiento porque lo que hago tiene sentido, aunque nadie lo sepa.

Quiero generar esa energía para mí misma y para ofrecértela a ti, a mi entorno, a la sociedad, al mundo. Estoy creando confianza y esperanza.

Te invito a hacer una pausa, por un momento deja ir todo el ruido y observa con atención lo que te rodea. Intenta reconocer y agradecer a las personas comunes que, con sus gestos y acciones diarios, construyen un mundo mejor. Déjate envolver por el amor, la gratitud, la confianza y sé también parte de una revolución de esperanza.

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