Meditación y oración – Mensajes divinos para el corazón

Por Sergio da Cruz
09/04/2025

La meditación y la oración como ejercicios continuos dan una fuerza interior y dan luz a nuestra vida.

”Un mensaje divino para el corazón – iluminar todos los pensamientos, todas las palabras, todos los actos de la vida con esta luz sobrenatural.”
– Santiago Bovisio

Dejemos entrar en nuestro corazón esta luz sobrenatural, que como la luz del sol calienta y da vida. 

Cada rayo trae un mensaje de esperanza y amor. Ilumina los rincones más oscuros de nosotros mismos, irriga todos los órganos de nuestro cuerpo y llega hasta el corazón.

Desde el corazón, purifica nuestros pensamientos y sentimientos, nuestras palabras y acciones, marcando con su pulso el ritmo de nuestras vidas.

El brillo de esta luz que ilumina nuestro interior es lo que nos mueve en el viaje de autodescubrimiento y en la práctica diaria de actos de amor y esperanza.

Es de autodescubrimiento en el sentido que el conocimiento de nosotros mismos y la plena atención a lo que estamos sintiendo y pensando nos trae la oportunidad de hacer elecciones conscientes de cómo queremos vivir. Qué pensamientos y sentimientos queremos alimentar, y cuáles, simplemente…. dejar ir. 

Cultivar pensamientos que iluminan nuestras elecciones positivas siempre ayuda, incluso en situaciones desafiantes, cuando parece no haber soluciones a primera vista. 

Tomarnos un tiempo, dejar que la luz sobrenatural nos irradie con ojos que vean más allá de las tinieblas.

Motivémonos en prácticas para «iluminar la vida», como meditación, oración y por supuesto, acciones de bien.

La meditación nos ayuda a conocernos a nosotros mismos, a evaluar nuestros pensamientos y nuestras acciones, a percibir si lo que estamos viviendo está en sintonía con nuestros anhelos interiores, con nuestros valores más elevados. A realizar propósitos generosos.

La oración purifica nuestro ser, calma nuestra mente, nos ayuda con la humildad, la comprensión, a expandir nuestro amor. Abre canales de comunicación con nuestro ser más íntimo y elevado.

La meditación y la oración son prácticas que conducen a un estado de silencio interior que, entre otros aspectos, nos ayuda a crear el hábito de la espera, que posibilita el control de reacciones automáticas, creando así un espacio de discernimiento entre el estímulo que recibimos y las respuestas que damos. 

Nuestras acciones son consecuencia de pensamientos y sentimientos. 

Si estos son buenos y positivos, las acciones también lo serán. Nuestra propia conciencia nos va dando pistas de cuándo y cómo reflejan o no nuestro anhelo de una vida elevada y plena de sentido.

Los pensamientos iluminados se traducen, entonces, en palabras que curan y actos que construyen.

Esa luz interior puede transformar pensamientos negativos en positivos, palabras duras en suaves y acciones egoístas en altruistas

Por lo tanto, siguiendo esta luz sobrenatural transforma nuestra vida y las vidas de los que nos rodean. 

No podemos tener una relación con los demás diferente de la que tenemos con nosotros mismos.

Cultivar una relación de amor, comprensión y compasión hacia nosotros mismos resulta en una relación amorosa con los demás, con la vida, con la esencia compasiva que habita e ilumina nuestro interior.

Acoger esa luz, esa esencia divina, no es una promesa de ausencia de días difíciles, de desafíos que superar o dolores que vivir, sino que es una oferta de una fuerza serena, claridad interior, que alinea nuestro espíritu al propósito que le queremos dar a nuestra vida.

Acoger esta luz es un bálsamo en las relaciones, que transforma la dureza en gestos de comprensión, palabras de acogida, de amor compasivo, que crea vínculos y derriba muros.

Las decisiones diarias son más plenas, conscientes, guiadas por esa luz que ilumina la verdad, da coraje, disuelve el egoísmo y cede espacio a la participación.

Integrar esta luz es un acto de elección para vivir con sentido, promueve la plenitud y la esperanza.

Es expandir nuestro estado de conciencia.

Al dar cabida y permitir que esta luz sobrenatural penetre e ilumine cada pensamiento nuestro, cada sentimiento nuestro, cada palabra nuestra y cada acto nuestro, transformamos nuestro ser en un Templo Interior.

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