Conversando com meu cãozinho

CONVERSACIONES CON MI PERRO- Espacio de Reflexión

Por Soledad Traverso
05/05/2025

Hoy me desperté con una extraña sensación de inseguridad que no supe identificar ni relacionarla con nada específico que la pudiera haber gatillado.  Cuando vi a mi perro durmiendo frente a la chimenea, pensé qué vida tan tranquila tiene éste.  Al rato se despertó y le pregunté:  “Alfy, ¿cómo haces para enfrentar la incertidumbre?”.  Alfy me miró con un poco de compasión, se dio media vuelta, y se metió detrás de un mueble, luego apareció con un hueso que yo le había traído hacía un mes, y me lo puso delante de mis pies.  Giró, y volvió a tirarse frente al calor del fuego y se quedó profundamente dormido.  

Me quedé mirando el hueso por un largo rato, tratando de entender qué me había querido dar a entender.  Pero el hueso no hace desaparecer la incertidumbre, ¿o sí?  No, no la hace desaparecer, pero quizás me estoy enfocando en algo que no es.  El hueso está todavía ahí, casi mirándome y esperando algo de mí. 

Alfy me lo trajo y volvió a dormir.  Es en eso donde tengo que poner atención.  El dejar el hueso, y volver a dormir. Si lo pienso, la vida es cambio permanente, por lo tanto, es natural que vivamos en la incertidumbre, nos demos cuenta o no.  Cuando las cosas salen como uno esperaba, es decir, lo que viene coincide con las expectativas que yo tenía, entonces, claro, todo va bien y pienso que estoy pisando un suelo seguro, la incertidumbre desaparece, ni siquiera pienso en ella.  Pero el desafío es cuando surge en mí ese desasosiego de “no sé qué va a pasar”.  En el fondo, al menos yo, no sé lo que va a pasar de un momento a otro, y eso es certeza. 

Volviendo al mensaje de Alfy, “me voy a dormir tranquilamente” eso me parece que equivale a “¿qué saco con anticipar lo que va a pasar?”.  Claro, no estamos hablando de que no pagué la cuenta de la electricidad y entonces me voy a dormir… Hablamos de las cosas sobre las que yo no tengo control.  No tengo idea de cuándo moriré, lo que sí sé es que voy a morir, porque esa es la condición humana.  Apuesto a que Alfy no se hace esa pregunta, pienso, mientras miro su barriguita subir y bajar al ritmo de su respiración calmada. 

Ya que estoy en plano de reflexionar, trato de imaginar cómo sería la vida sin incertidumbre. Quizás yo sabría exactamente lo que va a suceder en cada momento.  Estaría siempre en el campo de lo conocido. ¿Habría posibilidad de aprendizaje? Lo dudo. Y en un camino de desenvolvimiento en donde uno se adentra voluntariamente hacia lo desconocido, con curiosidad por conocer de qué se trata esto de estar vivo, la incertidumbre implica oportunidades.

Entonces, no es el hueso el asunto, sino la actitud de relajarse y a la vez vivir observando lo que va sucediendo en mí y alrededor mío. Claro, la incertidumbre genera desasosiego y temor.  Bueno, pero no sé si lo que viene va a ser algo negativo, quizás es algo positivo que ni siquiera lo había imaginado. Abrirse a lo desconocido con confianza.  

Confianza en mí, primeramente, es decir, que cuento conmigo para enfrentar lo desconocido. Confianza en mi posibilidad de desenvolvimiento y la expansión de mi conciencia. Y confianza en que tengo las herramientas para responder a lo que la vida me trae en cada momento: la meditación, el acompañamiento de los que caminan conmigo, el revisar mi día retrospectivamente e ir conociéndome mejor. 

Ya se ha ido esa sensación de inseguridad con que desperté.  Puedo volver a poner el hueso detrás del mueble de donde lo trajo Alfy y relajarme sintiendo el calor del fuego.  Gracias, Alfy.

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